Julio de 2021
Hola Caracas:
Para tu cumpleaños he querido escribirte unas líneas y al igual que uno de tus novios más celebres, Luis María Frómeta, le pedí al poeta toda su inspiración. Quiero comenzar preguntándome si quienes te habitamos te sentimos realmente como nuestra ciudad.
La presencia vigilante de tu cerro nos apacienta. Pero, ¿Te queremos? A muchos nos cuesta vivir fuera de ti. Conozco a más de uno cuyas salas en otras latitudes son presididas por un cuadro o foto del gran cerro Ávila, contigo desparramada a sus pies. Por cierto, ¿en qué momento habrán descompuesto tanto la Vuelta a la Patria de Pérez Bonalde ‒otro de tus novios más ardientes‒ como para ascenderte de odalisca rendida a sultana? ¿Será que nuestro ánimo novelero consumó las nupcias entre el sultán enamorado y tú? ¡Eso habría que averiguarlo!
A lo largo de tus cuatrocientos cincuenta y cuatro años mucha ha sido la gente que te ha querido: Uno de tus fundadores, Don Alonso Andrea de Ledesma, anciano y frágil, no dudó en vestir nuevamente su armadura para hacerle frente él solo al pirata Amyas Preston y sus huestes cuando entraban en la ciudad por el único camino que entonces había.
El anciano no fue mayor obstáculo para los bucaneros ingleses quienes, equipados con armas más modernas, no tardaron en darle muerte. La leyenda cuenta que luego le rindieron honores de guerrero, porque una bravura así siempre debería ser reconocida. Más de uno ha querido vincular la epopeya de Don Alonso como inspiración para Cervantes, pero pasaron once años entre la muerte del anciano y la publicación en España de Don Quijote. ¡Es que a nosotros nos encanta creernos el ombligo del mundo! Yo lo veo como una gran coincidencia, pero divago.
Para la celebración de tus cuatrocientos años te tenían planeada una serie de eventos, pero en la noche del 29 de julio de 1967 te desperezaste. De un tirón, en muy breve tiempo cambiaste nuestra vida para siempre. Las historias de ese terremoto eran contadas mezcladas con las de otros previos: que si Ropasanta anunciando el que ocurriría el día de San Bernabé de 1641, o el de 1812, con el grito bolivariano de ¡…si la naturaleza se opone…! (otro paréntesis: esa frase fue hecha pública por la némesis del Libertador, José Domingo Díaz y seguramente buscaba dejarlo mal parado, pero los caraqueños somos así: Nos gusta un loco y lo seguimos a donde sea).
Una tragedia con efectos similares a tus temblores produjo a El Silencio, que hasta 1658 se denominaba El Tartagal, cuando fue azotado por una peste. Su visita debió enervar tanto a quienes lo hicieron que le pusieron ese lúgubre nombre. Antes de los años cuarenta del siglo XX era zona de tolerancia, pero fue derrumbada para dar paso a la urbanización que sería ejemplo de tus muchos intentos de hacerte más grata a tus habitantes.
Tu desperezada de 1900 fue especial, porque dicen que el Cabito Cipriano saltó desde su balcón de la Casa Amarilla y se dobló un tobillo al caer, pero también porque fue el movimiento que recordaron de pronto nuestros abuelos en 1967: ellos fueron los primeros en reconocer lo grave de la situación y organizaron las evacuaciones de las distintas casas.
Algún atrevido decidió difundir una grabación que se realizó esa noche de 1967. Se trataba de un aguinaldo cantado por el coro de niñas “Armonía Navideña”, dirigido por el Profesor Sebastián Padrón. Cuando comenzó el sismo, a la pista original le estaban añadiendo música de órgano en los Estudios Sonomátrix, ubicados en la cuarta calle de Carapa.
Como el movimiento telúrico no duró demasiado tiempo (Einstein me rebatiría que ahí es donde se demuestra la relatividad, pues no es lo mismo treinta y cinco segundos apacibles, que el mismo tiempo con todo moviéndose sin control), la grabación fue complementada con una amplia introducción explicando los detalles de cómo se obtuvo esta singular pieza, algunos de los cuales hoy les compartí. La grabación no fue del todo bien recibida: en una oportunidad hizo que mi Mamá saliera corriendo del mercado libre en que estaba y, estoy seguro, como buena crónica roja, terminó gustada por algunos e ignorada por el resto, en el baúl de los recuerdos singulares.
Volviendo a ti, Caracas: eres ciudad del clima siempre grato, donde se puede nadar en piscina todo el año para envidia de los habitantes de otras latitudes. Tu cerro y los muchos árboles que te han sembrado, o que has heredado de tus tiempos más agrestes, te convierten en una ciudad de verdes eternos: dicen que tus habitantes somos capaces de distinguir muchas tonalidades de ese color, como los finlandeses pueden hacerlo con los distintos blancos que seguramente tiene la nieve.
Tus árboles son característicos, a pesar de que constructores y funcionarios hagan sus mejores esfuerzos para desaparecerlos de tus calles. Después de años de abandono y de escaso cuidado fitosanitario, muchos de ellos han caído, ya por viejos, ya por enfermos, muchas veces derrumbando sin querer propiedades.
La última mala jugada de quién sabe qué ignorante, fue que muchos de tus más venerables árboles quedaron tallados como espárragos, otros cortados sin mayores explicaciones y así, algunas de tus hermosas avenidas antes sombreadas lucen ahora como ardientes eriales, desnudando fachadas pobremente mantenidas de los edificios de la zona.
Te podemos sentir de muchas maneras, Caracas. Hay épocas en las que el cerro se llena de flores de capin melao, tiñéndose de morado y haciendo que el particular olor de esa flor te atraviese de lado a lado, para horror de alérgicos y asmáticos. Se trata de un olor muy tuyo, como aquel que anuncia a la lluvia y que es difícil describir.
Tu centro tiene también su olor particular, a veces no tan grato, como ciertos espacios que huelen a zoológico, o el humo perenne que sueltan los motores diésel mal calibrados. Pero ese humo loco, denso y tan tuyo, inspiró a otro de tus enamorados, Vytas Brenner, a componer su 15 partes por millón, canción que se oyó por primera vez por allá por 1982 y que denunciaba que el aire que respirábamos traía peligrosos contaminantes.
En fin, Caracas, debo decir que yo sí te quiero y mucho. Todas las mañanas tengo el privilegio de ver tu cerro amanecer cuando el clima lo permite. A lo largo del día se puede apreciar cómo ese cerro muta de aspecto gracias a la potente luz tropical. Quisiera regalarte algo mejor que estas líneas, pero de momento esto es lo que me va saliendo y termino citando el título del vals póstumo que te compuso Frómeta: Caracas, pórtate bien.
Con cariño,
Imagen de portada: El Ávila al amanecer desde la casa del autor
Imágenes:
1 Portada de El caballo de Ledesma de Mario Briceño-Iragorry, Editorial Élite, Caracas, 1942
2 «Si la natturaleza se opone lucharemos contra ella», fotografía de Zacarías Santorini
3 Estragos causados por el terremoto en Caracas de 1967
4A Capin melao, ilustración botánica en http://www.plantsoftheworldonline.org/taxon/urn:lsid:ipni.org:names:408232-1
4B Capin melao en el Ávila, fotografía de Estrella Ávarez @estrella8775
5 El Ávila en horas de la mañana desde la casa del autor
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Imposible no escribirle una carta de amor a Caracas en su aniversario o cualquier día del mes si la escenografia diaria y matutina es ella con su mejor ropaje…usted, señor Pulido,tiene ese privilegio , y en consecuencia, es un «fans» de primera fila , de manera que logró, a mi juicio, unas dulces líneas para su cumpleaños 454.
Hermoso trabajo, bellisimas fotos.
Gracias !
Muchas Gracias, María Alejandra: Me honra su lectura y sus amables palabras.
Maraviloso canto a Caracas que se suma a los poteas wue le han escrito y le han cantado a nuestra queridísima Caracas de amores.
Gracias, Olga B. Así es. Se trata del amor a la ciudad que vamos heredando de nuestros mayores.
También me considero eterna enamorada de mi «Bella Caracas», como la nombró el Maestro Frometa en su pasado bles. Siempre se encuentra en ella algo bello que ver y curiosear y nada como su olor y frescura cuando llegas de otros derroteros, que te recibe como si te fuera a abrazar.
Muy bella forma de homenajeada en sus 454 años de fundada, como la que regalas en tu escrito, donde dices mucho de lo que a muchos cuesta expresar de ella.
Gracias!
Gracias por tu lectura, Yiyá. Aunque me quedé corto. La idea original era ir de la mano de la música, pero me fuí dejando llevar, como toda tertulia.
Felicidades, Manuel. Extraordinaria y conmovedora carta. Te mando un abrazo.
Gracias, Tomás, mi editor «ad hoc» y «ad honorem». Muy honrado por haberme traído a esta gran iniciativa. Recibe otro abrazo de mi parte.
Gracias Manuel… Excelente documento descriptivo de mi bella Caracas… Yo desde mis tierras andinas la añoro, extraño con inmenso amor, con mis imborrables y hermosos recuerdos de niña, adolescente, joven estudiante y adulta profesional… toda una vida… Siempre la tengo en mi pensamiento… Bendiciones Caracas… Felicidades y éxitos
Gracias por tu lectura, Pochy: De tu mano recorrí muchas de las calles caraqueñas, navegando en los autobuses «de a medio» y llegando a lugares mágicos. Espero que hayas pasado un feliz día con los tuyos.