Caracas era una fiesta

A diferencia de Jay Gatsby, el personaje de Francis Scott Fitzgerald de su novela El gran Gatsby, la mayoría de los venezolanos parece olvidar con facilidad. El pasado es un lugar que poco frecuentamos, la memoria colectiva nacional es precaria.

Existe una tendencia en nuestro país al olvido, todo lo que transcurre se convierte en pasado con rapidez, el presente lo abarca todo, y hemos dejado de lado el sano hábito de mirar atrás. Esto sucede en las áreas de la vida social, política y cultural.  Es mucho lo que la sociedad venezolana desconoce, obvia u olvida de sí misma.

“Es posible volver al pasado”, afirma Gatsby (Leonardo DiCaprio) en la versión cinematográfica de la novela del 2013. También lo creo.

El Roof Garden o el Sans Souci, son nombres que no significan mucho en el presente, pero que forman parte de nuestro pasado no tan lejano, pues en esos lugares comenzó a gestarse la movida de las orquestas de baile en Caracas un poco antes de los años 40´s.

El éxito del Roof Garden se basó en la importación de orquestas extranjeras con ritmos nuevos, que estaban constituidas e instrumentadas y tocaban con partituras en una forma organizada, afirmó el músico venezolano y director de orquesta Luis Alfonso Larraín en 1978.

En el Roof Garden, ubicado en la esquina de La Torre, frente a la plaza Bolívar de Caracas, se presentaban un sinnúmero de agrupaciones en vivo. Es difícil imaginar, en la Venezuela de hoy en día donde la vida nocturna se ha visto mermada por la inseguridad y los conciertos son un privilegio al que no todos pueden acceder, las actividades musicales que se disfrutaban en las primeras décadas del siglo XX cuando el negocio del espectáculo venezolano empezaba.

Las orquestas de baile en Venezuela comenzaron a fortalecerse para finales de los años 30. En 1937, Billo Frómeta llegó a Venezuela, proveniente de República Dominicana para debutar en el Roof Garden junto a su cartel de músicos y al bolerista Ernesto Negrito Chapuseaux y Ñiñi Vásquez, intérprete de guarachas, sones y merengues.

Para ese entonces, la vida social en la capital comenzaba a tomar un cariz festivo, las clases pudientes tenían acceso a los grandes salones donde se realizaban innumerables bailes, mientras que los menos favorecidos económicamente gozaban de actividades públicas en centros sociales y nocturnos.

Caracas era una ciudad de pocos habitantes y el ambiente general era tranquilo y cordial, así lo refiere, Federico Pacanins en su libro Luis María Billo Frómeta, donde cuenta que Billo encontró en la ciudad de los techos rojos un ambiente ideal que se encargó de recrear en sus canciones. Aquella Caracas de rejas discretas y dulces canciones quedó inmortalizada en la composición ‘Caracas Vieja’  de 1946.

La radio poseía una gran importancia en la difusión de los músicos en aquel tiempo. Los bailes eran transmitidos por este medio, la audiencia de Ondas Populares para el fin de año de 1937, pudo disfrutar de la presentación inaugural de la ‘Billo´s Happy Boys’, primera agrupación de Billo Frómeta.

En 1940, la segunda agrupación de Frómeta, la Billo´s Caracas Boys y la Orquesta de Luis Alfonso Larraín, principales competidores y líderes en el ámbito musical de la época, gozaban de gran popularidad, realizando además de bailes y eventos públicos presentaciones de radio en vivo.

Los hermanos Belisario, Leonardo Pedroza, Rafael Minaya, Chucho Sanoja y Aldemaro Romero también formaban parte de estas agrupaciones que hacían vida en aquella década.

El Hotel Jardín de Maracay, el Club Zulia en Maracaibo, el Pabellón del Hipódromo del Paraíso y el Hotel Miramar de Macuto también fueron escenario de diversas festividades por aquel tiempo cuando Venezuela era refugio de músicos, incluso en 1939, el compositor Agustín Lara se casó en el país.

En nuestro tiempo, de redes sociales y WhatsApp, de tecnología e internet, es un poco difícil imaginar una vida donde el disfrute haya sido un tanto más íntimo, sin ‘selfies’, ‘Facebook’, ni ‘Instagram’, lejos de la realidad virtual del 2.0. Sin embargo, así fue, a pesar de que todo se haya difuminado y no quede ni el menor resquicio de su existencia.



Luisa Ugueto Liendo

Imagen de portada: Aldemaro Romero y su orquesta y las mellizas Dolly en el film 6 meses de vida (Victor Urruchúa, 1951).
Imágenes documentales seleccionadas por el editor, alunas cortesía de: http://hemerotecamusicavenezolana.blogspot.com/

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1 comentario en «Caracas era una fiesta»

  1. Muy buen artículo, Luisa. Yo tenía una Tía Abuela que pudiera haber discrepado de tu conclusión, ya que solía repetir que “lo que queda es lo bailado”.

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