De sal la sombra

El poema engaña.
En sus formas casi nunca está la poesía.
¿Qué es lo narrable en una época en la que los mensajes viajan a la velocidad de la luz?

Los idiomas son dimensiones.
Al pasar de una a otra, el mundo como lo conocemos, desaparece.

Lo raro necesita espacio.

2 Tostadas Mercedes Pardo (queso crema + aceite de oliva + aguacate + sal + pimienta) + 1 huevo frito + café o jugo de naranja = Desayuno Moderno.

De sal será siempre la sombra, aunque nos creamos esculturas de luz medular.

Los libros no sirven para nada que no sea sensual.

¿Por qué a un plomero nadie le pide una factura con registro impositivo y demás periquitos burocráticos? ¿Por qué a uno sí y, además, consideran normal tardarse en pagarle?
Si la civilización genera burocracia, yo prefiero la barbarie.

(Le regalo este último epigrama a los miembros de Acción Poética Maracay o Denver. Da igual).

Al final, todas las historias son minúsculas.

El dibujo se pierde.
Todo se pierde,
menos la imagen.

La mirada responde a una inmediatez propia de la velocidad de la luz. No hay de qué extrañarse porque lo digital viaja en el rayo de un nervio. Por eso, todo lo que implica detenerse, contemplar y detallar se nos hace imposible.
Fuera de la velocidad de la luz somos ciegos.

 



Roberto Echeto

Imagen de portada creada por el autor

1 comentario en «De sal la sombra»

  1. Creo que acá se dibuja nuestra existencia tal cual es, delirante, rápida-pausada, contemporánea, como el reloj de cien horas igual que el que perdió su sombra hace tiempo en el incendio.
    Nuestro momento para ser.

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