DECÁLOGO DEL PERFECTO MICRORRELATISTA

Por Ginés S. Cutillas

I

Antes de escribir nada, lee todo. No se puede escribir nada de calidad sin haber leído a los grandes. Busca las obras de los maestros en la materia ‒Borges, Cortázar, Monterroso, Aub, Denevi, Gómez de la Serna…‒, apréndetelas de memoria y olvídalas. Sólo entonces ‒cuando hayas dejado de imitarles‒ escribirás algo auténtico.


II

No escribas nada que no aporte nada nuevo. Esta rotunda afirmación se podría extender al resto de las artes, pero en esta en concreto es una verdad absoluta. Busca una idea innovadora y explótala hasta el final.


III

Elige con sumo cuidado cada una de las palabras. En esta disciplina el matiz de cada vocablo es fundamental. No es lo mismo ‘atrapar’ que “apresar” o “coger”. La primera es detener a quien huye o engañar a alguien para que caiga en una trampa, la segunda tiene connotación animal ‒hacer presa con colmillos o garra‒ o naval ‒apoderarse de una nave‒ y la tercera es la forma general e insulsa que engloba a las dos primeras. Evita adjetivar. Antepón siempre un sustantivo débil a un adjetivo fuerte. Si existe un adjetivo para describirlo, seguro que un sustantivo se acerca más a la idea que queremos transmitir.


IV

Concentra tu máximo esfuerzo en la primera frase. Es la que atrapa al lector. No es lo mismo empezar con “Me enamoré de un pez” que con “Era una calurosa tarde de abril”.


V

Haz que el título forme parte de la historia. En tan poco recorrido no puedes desperdiciar ningún recurso. Las palabras del título deben aportar información, aclarar la historia o situar de forma inequívoca la acción. Además, igual que la primera frase, ha de ser original y que te empuje a leerlo.


VI

Una imagen vale más que mil palabras. Este tópico adquiere vital importancia en el microrrelato. Si consigues expresar con una mirada desgarrada de la chica hacia el chico ‒o al revés‒ que vivió una apasionada historia de amor en otra época, has conseguido ahorrarte la explicación que te llevaría sin duda más espacio.


VII

La elipsis es la reina. En la literatura en general y en el microrrelato en particular la figura de la elipsis es fundamental. Nunca menosprecies al lector. Juega con sus conocimientos, aprovéchalos y evita exponer información que ya sepa. Todo el mundo sabe que el fruto prohibido fue una manzana, ¿para qué nombrarla entonces?


VIII

Parte de situaciones y personajes conocidos. Utiliza personajes y nombres de la cultura universal. Si nombras a Adán y Eva transportarás al lector al principio de los tiempos. Si nombras Auschwitz lo llevarás inmediatamente a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto.


IX

Aplica sin complejos toda la literatura anterior. La literatura se nutre de literatura. Si nombras a un escarabajo llevarás al lector a pensar de forma inevitable en Kafka y esperará el desenlace en el plano oculto de las cosas; si nombras a Caperucita, todo el mundo estará esperando a que el lobo salte desde detrás de algún arbusto y quizá una moraleja final; y si apoyas una pipa en el microrrelato, Sherlock Holmes estará llamando a tu puerta con un nuevo misterio por resolver.


X

Golpea sin piedad en el punto final. La materialización de la idea llega con la última palabra. Ahí es cuando todo el microrrelato toma forma, cuando todo se explica y adquiere sentido. El punto álgido no puede estar al principio pues perderíamos la atención del lector, ni tampoco en medio porque defraudaríamos sus expectativas. Es justo en el punto final cuando el lector espera ‒sin saberlo y ahí es donde reside nuestra mayor ventaja‒ ser noqueado.

 



Ginés S. Cutillas (Valencia, España, 1973) es conocido sobre todo como cultivador de relato y de microrrelato, género último donde se le conoce también como uno de los teóricos más representativos. Actualmente forma parte del Consejo de Redacción de Quimera. Revista de Literatura. Es el autor de Lo bueno, si breve, etc. Decálogo práctico del microrrelato.

Imagen:
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