Cuando tu oficio es en las alturas, siempre tienes la mirada ahí. Al pasar, veo a quienes fueron mis compañeros de trabajo; sin importar la distancia, distingo a cada uno. De regreso está sólo Melecio; alzo la mano, espero segundos que puedo ir contando y él alza la suya. Sin lograr ver su cara, sé que sonreímos.
Una misma emoción, un mismo respeto.
Imagen de portada: fotografía de Claudia González Avendaño