Entre el árbol y la casa

Tomó el cuchillo y se dirigió al patio: allí estaba el canto de ave desgarrada, dentro o detrás del árbol; caminó hacia él. El corazón aceleraba su deambular por lo incierto, algo se estremecía detrás o dentro de la corteza con un rumor de cementerio. Se detuvo frente al árbol; ¿qué había allí que no asomaba su mirada material, que no asustaba de una vez y por todas con su cuerpo de carne en erosión? Nada podía hacer; el sudor caía sobre el polvo amarillo. Dio un manotazo sobre el tronco y apenas sonó un bostezo de sus fuerzas, supo entonces que el miedo había llegado a sus huesos y allí se anidaba como una culebra perseguida por un dios, acechante y plena de veneno. No sentía las piernas; pero le obedecieron en la huida hacia dentro de la casa, no quiso correr para mostrar cierta dignidad en la cobardía, cierto dominio en el pavor. Entonces algo estremeció la puerta del patio desde el interior de la casa, y allí aumentó su ronquido de tormenta como un trueno lleno de noches para violentarlo. Apretó el cuchillo y esperó en el medio del camino.



Arnaldo Jiménez

Del libro inédito Algunas pesadillas.

Imagen de portada: fotografía de Rafael Guillén, de la serie La Candela (2009).

 

 

 

12 comentarios en «Entre el árbol y la casa»

  1. Lo viví en un ribazo oscuro del Orinoco en Caicara de Orinoco. No quise bañarme ni nadar como mis compañeros porque no había transparencias en el agua y me senté en un troco derribado, a la orilla. Sentí unos gemidos tenues, casi inaudibles. Al ver adentro del maderamen una culebra se comía un sapo, despellejándolo, poco a poco. Las culebras se esconden en los árboles.

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  2. Brillante lectura. Me dio lo que no medio la lectura, que encontré bastante «palabreada», En el relato hablado sentí el terror que encierra la experiencia que recordé al leer con mi experiencia que viví en el Orinoco. Los tres exponentes son preciosos: el texto escrito, el narrado y la fotografía. Contienen la interioridad que busca y expone bien el autor. Gracias.

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  3. Tienes esa capacidad especial de tomar cualquier motivo y convertirlo en un algo que refleja mucho más que lo escrito. Sabes atravesar lo visto para alcanzar lo que no es visible. Y darle al episodio más normal un sentido que traspasa las palabras.

    Sabes mirar y más que eso, lo que recoges lo conviertes en un hecho en el cual detenerse. ¿Por qué? ¿Cómo? Son preguntas innecesarias. Al leer el texto que produces uno respira con él, aún sin el cuchillo en las manos.

    Conoces bien que los destinos no se anticipan, ocurren mientras se espera que sucedan. Y alguien –como tú- los recoge y le devuelve su sentido primario. Tarea sin duda de quien escribe aún sobre el aire que no respira, sino que aguarda pacientemente que la casa y el árbol se conviertan en uno suspiro contenido.

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    • Mery Sananes, qué linda, artista tenías que ser para sentir tanto. Gracias por dar ese sentido y a mí la convivencia con tu mirada prístina y en ternura de luz. Mirada de contextura, en Contextura. El artista nos hace.

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  4. Sabes manejar el suspenso con maestría. Hice contigo un recorrido de vuelta hacia la casa dejando atrás el árbol misterioso y al escuchar el estruendo proveniente del interior de la casa me he quedado paralizada en medio del patio con un cuchillo en la mano esperando un No se que

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  5. Lo mejor de todo, después de leer el texto y comparar las diferentes perspectivas de cada lector , es que cada uno le ha dado un final diferente, ahí está lo hermoso cuando el lector tiene la libertad de darle el final.

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    • Es exacta tu apreciación. El texto puede tener tantos sentidos como personas lo lean. Gracias, hijita. Me gusta mucho tu capacidad de interpretación.

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