Son muchos los procesos que a través de los años me tuvieron ocupada, crecer, procrear, hablar, iniciar cosas que fueron producto del ingenio y la sobrevivencia, pero sobre todo fui y sigo siendo, portadora de los poderes inexplicables del misterio. Por eso también fui diosa alada, sostén, musa adorada, criticada, vilipendiada, luego temida y eliminada del ejercicio del poder. Así fue como el misterio quedó preso del temor.
En algún punto, en un golpe de fuerza, en un lugar desconocido llamado Paraíso, cortaron mis alas cambiando mi historia por la costilla de un hombre. Así, ya exorcizada, fui clasificada como apéndice purificado dentro de un nuevo inicio que, hasta hoy, esconde y reivindica ese alejamiento detrás de algunas vírgenes creadas y avaladas por la historia y el Espíritu Santo.
Aún hoy, entre el crecimiento, la oficina, la sonrisa y los pañales, avanzo entre otras tantas que, como yo, trabajamos reconstruyendo los espacios de esa mujer poderosa escondida tras Eva, silenciosa portadora del misterio resguardado en el corazón de la manzana.
Gigia Talarico
Imagen de portada: Fotografía de Claudia González Avendaño
Estamos unidos esclavizados por un lado pero por el otro somos libres como proyecto de ser. El cuerpo nos permite relacionarnos como fenómeno.
Estaes nuestra esencia y nuestra virtud, fuera de está dualidad somos unos desconocidos.