Discreto

He muerto ayer a la mañana.
Mi cara estaba flaca y blanca. Las sábanas arrugadas. Los zapatos bajo la cama.
Frío no, calor tampoco. Ninguna incomodidad, ni molestias.
Consternación familiar. Gritos y silencio. Llanto frenético. Alivio contenido.
El cuerpo pasando, qué digo, soportando, los ritos de costumbre.
Durante la noche ante el féretro vigilia, posta de oraciones. El rosario susurrado por turnos.
Tres y media de la tarde, plena siesta de diciembre, lenta caravana. Fui el único que no transpiraba.
Mi mujer frente a la tumba. El cajón bajo la lápida.
Algunos pañuelos húmedos.
De a dos, de a tres, parientes, amigos, se fueron todos.
Ahora, otra vez la noche. El cementerio vacío.
Nadie viene a buscarme.
¿Dónde ir? Ni siquiera me han dejado los zapatos.



Patricia Nasello

Imagen de portada: fotografía de Zacarías Santorini

 

 

 

 

 

9 comentarios en «Discreto»

  1. La mayor parte de las veces nos vamos descalzos…a cualquier lugar.
    Me deja un sabor de nostalgia en los tendones.
    Ultimamente, quisiera morir un poco…
    Gracias por esas líneas Patricia.

    Responder
    • El origen de ésta fue pensar en alguien que tiene consciencia de su propia muerte, sin embargo no se asusta ni desespera. Lo que siente es aburrimiento y una pizca de expectación.
      Abrazo, Lilian.

      Responder

Deja un comentario