Discreto
He muerto ayer a la mañana. Mi cara estaba flaca y blanca. Las sábanas arrugadas. Los zapatos bajo la cama. Frío no, calor tampoco. Ninguna incomodidad, ni molestias. Consternación familiar. Gritos y silencio. Llanto frenético. Alivio contenido. El cuerpo pasando, qué digo, soportando, los ritos de costumbre. Durante la noche …