“Cambiaremos de nombre y de cuerpo
torcidos en reverberante sopor”
Dijo el abuelo cuando Demetria, mi vecina, refutó los datos de su acta de nacimiento. Desde aquel día la familia Torres no fue la misma. Nadie volvió a suscribir documentos. El peso de la réplica perturbó el aire. Las paredes mascullaban. Esa tarde soñé con el avatar de mi nombre, lo atisbé profano, deseando otro cuerpo. Demetria, habría sentido el suyo también. Ahora nuestra carne muta. Nos hilvana efímeramente…
Emiro Colina
Soy un iniciado. O más bien, ferviente neófito. Lance continuo esto de experimentarse en la escritura. Lo breve incita a probar la línea. A «no-ser uno» en lo efímero. A llenarse de pasajes: erupciones certeras. Entonces, la consistencia, vibra. Deja resplandores. Empuja. Masoquismo de peñasco.
Imagen de portada: Fotografía de Zacarías Santorini
El altísimo costo de refutar nuestra esencia…
Negarse , es lo más parecido a una herejía…
Querida, gracias por tu comentario. Replantearse abre posibilidades, otros campos y vínculos. Prueba, desafía el límite. Lo dado por sentado.