Cómo
atesorar los olores
como no sea volviendo a
ellos de súbito, en una esquina,
asomándonos a un armario, abriendo
las hojas de un libro, sintiendo la tierra
después de la lluvia, entrando a un vestíbulo de
madera. Reconozco las exhalaciones de muchas
épocas al encontrármelas sin aviso, y regreso a ellas
con gloria o con temor. Cada vez que pasa una mujer
a mi lado en la calle, a los pocos segundos se arriman
sus perfumes. En mi ciudad tienen el signo
de la felicidad. Tengo un museo no clasificado
de fragancias, una casa
en rebullicio de aromas.

Imagen de portada: Fotografía de Alexis Pérez-Luna (detalle).