Cómo
atesorar los olores
como no sea volviendo a
ellos de súbito, en una esquina,
asomándonos a un armario, abriendo
las hojas de un libro, sintiendo la tierra
después de la lluvia, entrando a un vestíbulo de
madera. Reconozco las exhalaciones de muchas
épocas al encontrármelas sin aviso, y regreso a ellas
con gloria o con temor. Cada vez que pasa una mujer
a mi lado en la calle, a los pocos segundos se arriman
sus perfumes. En mi ciudad tienen el signo
de la felicidad. Tengo un museo no clasificado
de fragancias, una casa
en rebullicio de aromas.
Imagen de portada: Fotografía de Alexis Pérez-Luna (detalle).
! Qué hermosura la galería de imágenes olfativas, olorosas mi querido Karl !
«tengo un museo no clasificado de fragancias «…que nooota ,
Yo tengo una parranda de olores alli sentados cómodamente en mi sistema límbico y corro a ellos cuando necesito un asidero de amor : el del café marrón, el de la torta ya lista en el horno, el de la manga anaranjadita ni muy muy ni tan tan, lista para ser devorada …y el olor del bufete de mi padre el Juez
olor a páginas de libros de Derecho Romano y Vetiver de Puig…
Gracias Karl !
Gracias, María Alejandra. Una de las maneras para proteger nuestros recuerdos y emplazarlos a que resguarden nuestra historia es confiarnos a los olores. De modo que aplicamos la misma coartada para asegurar que siempre estén allí. Muchos cariños. KK