Así los escalones de una vida en Caracas.
Maltrechos, impúdicos, dispuestos a proponer la caída.
Estos de la foto —el taxi demoraba, me había cansado de tanto cielo, miré a ras— son de un adentro que muy a su pesar guarece. Más allá la acera, la calle, unos árboles esquivos, el vertedero de nuestros atajos diarios, una montaña que no alcanza, lo demás.
Pisar es atrapar palabras en duelo.
Pisar es embuste en la claridad.
Pisar es un ruido que avanza sin lengua propia, la adivinanza de dónde estaremos cuando la ciudad acabe por deletrearse o borrarse.
Imagen de portada: Fotografía de Jacqueline Goldberg