Así los escalones de una vida en Caracas.
Maltrechos, impúdicos, dispuestos a proponer la caída.
Estos de la foto —el taxi demoraba, me había cansado de tanto cielo, miré a ras— son de un adentro que muy a su pesar guarece. Más allá la acera, la calle, unos árboles esquivos, el vertedero de nuestros atajos diarios, una montaña que no alcanza, lo demás.
Pisar es atrapar palabras en duelo.
Pisar es embuste en la claridad.
Pisar es un ruido que avanza sin lengua propia, la adivinanza de dónde estaremos cuando la ciudad acabe por deletrearse o borrarse.
Imagen de portada: Fotografía de Jacqueline Goldberg
Uff…un poema en forma de microrrelato
imaginé esos escalones diarios y duros que te seducen y te cazan y te casan con la caída
imaginé el cansancio de una ciudad que es amor-odio.odio-amor en una letanía infinita
Recordé la cantidad diaria e infinita de veces que he pisado embustes en la claridad
Bello, realmente bello
Gracias…
Excelente: “… dónde estaremos cuando la ciudad acabe de deletrearse y de borrarse.” Todo es incierto. Muy buen uso de los recursos.
Escalones impúdicos. Que bella imagen. No suben ni bajan. Gracias Jacqueline por este momento suspendido.