A mi ciudad natal, Caracas.
A una cuadra de la puerta principal de la escuela pública República de Bolivia, su madre se sacudía con ímpetu los zapatos y, en acto casi automático, sacaba del bolsillo de su vestido un pañito húmedo. Agachada y con maternal esmero limpiaba el polvo del camino abrazado a los gastados mocasines de su pequeña niña.
Este diario hábito amoroso llegó a su fin cuando los campesinos del cerro pastoreño —esas madres, esos hijos, ¡todos!— pisaron por primera vez el macadam y el polvo del camino perdió protagonismo en el calzado de estos viajeros semiurbanos.
Ahora, las botas de hule, alpargatas y zapatos escolares y de goma chinos, viven adheridos en la memoria de un asfalto de granzón moderno sin polvo…
Imagen de portada: fotografía de Azalia Licón.
Qué hermoso…
Las últimas dos líneas una imagen poderosamente dulce…
Crecí en la Pastora
una cuadra antes del mercado ,una cuadra antes de la vuelta de la auyama, en el unico edificio de esa calle
Qué maravilloso recuerdo trajo a mi memoria.
Gracias, mil gracias
» recuerdos adheridos en la memoria de un aasfalto de granzón «