En la región del río Sepik, Bioko, un muchacho de la tribu Parambei, había sido criado según las tradiciones de los ancestros. Desde muy pequeño sus padres le repetían que al cumplir 18 años, a través del antiguo ritual de transición, se convertiría en cocodrilo. Bioko anhelaba tanto cumplir la mayoría de edad que continuamente soñaba con su propia transformación. Cerraba los ojos y sentía cómo su cuerpo alcanzaba grandes dimensiones mientras sus extremidades se acortaban y le salían garras. Su piel cambiaba de color, se le engrosaba y adquiría la rugosidad de la piel de un cocodrilo. Los ojos tomaban color amarillo, la nariz se le abultaba y alargaba, hasta convertirse en un hocico provisto de enormes colmillos puntiagudos y filosos.
Los aldeanos buscaron a Bioko la madrugada en que cumpliría 18 años para iniciar el ritual debido, pero no lo encontraron, en su lugar apareció un gigantesco cocodrilo aterrorizando a todo el pueblo. Desde aquel día la supervivencia de la aldea corrió peligro de extinción; el colosal cocodrilo irrumpía cada vez que un joven aldeano estaba a punto de convertirse en adulto, para no ser visto nunca jamás.
Imagen de portada: Fotografía de Pedro Cote
Premonición de cocodrilo la llamarían…!
Bioko y sus sueños inconcclusos…
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