Un paseo por las librerías de mi Caracas

En estos días cuarentena conversaba por teléfono y chat con mi fraterno amigo de toda la vida, Édgar Rodríguez y nos referíamos a nuestra Caracas, a su evolución en los últimos años, a sus cambios, a su crecimiento; y uno de los temas que tocamos fue el de las librerías que ambos visitamos en el transcurrir de nuestras vidas. De allí me surgió la idea de escribir estas líneas sobre las que más conocí y que quiero compartir en este paseo.

Comienzo por El Palacio del Libro en El Silencio, que confieso nunca entré a ella pero cuando andaba por esos lados veía su inmenso letrero que me llamaba mucho la atención.

Luego entrando al sótano de la Torre Sur del Centro Simón Bolívar nos encontramos con Pensamiento vivo, propiedad de José Rivas Rivas, que en un pequeño espacio de no más de cinco metros por tres, tenía un surtido variadísimo de libros. A partir de 1958, se convirtió en una de las preferidas de políticos, literatos, intelectuales, abogados y profesores que allí se reunían y conversaban animadamente de la actividad política. Recordemos que en enero de ese año había caído el gobierno de Pérez Jiménez y en diciembre se iban a celebrar elecciones generales. Allí adquirí Venezuela Política y Petróleo de Rómulo Betancourt, obras de Domingo Alberto Rangel, así como textos de doctrina e historia de política americana como Entre la Libertad y el miedo de Germán Arciniegas. Con el tiempo fue vendida, su nombre cambiado y convertida en un centro de fotocopiado.

Siguiendo en los sótanos funcionó por poco tiempo en la década de los sesenta, El viento del Este, de Víctor Ochoa y de orientación maoísta china, en la cual colaboraban Adolfo Herrera y Camilo Arcaya. Posteriormente abrió Kuai Mare, una cadena con sucursales ubicadas no solo en Caracas sino también en el interior del país.

Saliendo y caminando hacia el Norte, detrás del Congreso Nacional entre las esquinas de Monjas y Principal quedaba Historia, de los hermanos Rafael Ramón y Jonás Castellanos donde se podían adquirir obras de casi todo el acontecer nacional y mundial, desde lo más antiguo a lo más actual. Esta se mudó posteriormente a un pasaje cercano, la  regentó Jonás y conservó el nombre, y la otra que fundó Rafael Ramón con el nombre de La gran pulpería del libro al comienzo de la Avenida Solano de Sabana Grande.

Continuamos con nuestro paseo hacia la Avenida Urdaneta, de Torres a Veroes   nos encontramos con Las Novedades y Central. La primera, fundada por Emilio Ramos, que posteriormente fue de Miguel Ángel Capriles y después del Grupo De Armas. Esta se convirtió en una cadena con presencia en casi todos los centros comerciales, y en ella se podían adquirir bestsellers, novelas de calidad, revistas, útiles escolares y hasta artículos para bautizos y comuniones. En la Central, propiedad de Gerónimo Puig Pérez se podía hallar buena literatura y  textos escolares.

En la Esquina de Jesuitas, al frente de la antigua sede de la Universidad Católica Andrés Bello, funcionó Nuevo Orden, con libros de orientación social cristiana revolucionaria y su propietario era Julio González, librero de recia formación.

Siguiendo hacia el Parque Carabobo, en su acera norte estuvo El gusano de luz propiedad de Freddy Cornejo, en un pequeño local que además de vender literatura de calidad era punto de encuentro de parte la intelectualidad venezolana y a la que asistían generalmente los viernes entre otros, Aléxis Márquez, Julio Garmendia, Pedro Francisco Lizardo, Manuel Bermúdez, Denzyl Romero, el chino Valera Mora, Jean Nouel, Raúl Ignacio Valera, Alí Lameda, Eduardo Casanova y Oswaldo Trejo. A veces las tertulias eran salpicadas con whisky y en ellas se conversaba más que todo de nuevos libros, nuevos escritores y de poesía y poetas.

Más adelante, a la altura de la Plaza de los museos, en el Ateneo, estaba la  llamada Librería del Ateneo de Caracas, de las mejores de la ciudad, muy bien montada y en la que podías conseguir desde literatura infantil, revistas culturales, hasta filosofía, historia, y bestsellers, siempre con un exquisito fondo musical. En el Teatro Teresa Carreño hay, o hubo, un buen establecimiento que vendía libros de música y literatura variada.

En La Candelaria, próxima a la avenida Urdaneta y frente a la Casa de Italia, por muchos años estuvo Soberbia, de las hermanas Pardo, especializada en libros y revistas francesas de calidad, que con el tiempo se mudó al callejón Pedroza en La Florida.

Ya en el tramo Plaza Venezuela-Las Acacias, comenzando por el Edificio Polar encontramos a Ludens y Fondo de cultura Económica; la primera con un gran surtido de buena literatura y un montaje de primera, y la segunda que era la representante de esa gran editorial mexicana. Luego, en la mezzanina de la Torre Phelps, inició sus actividades Tecniciencia Libros, que se convirtió con los años en una de las grandes cadenas, con sucursales en casi todos los centros comerciales de Caracas y del interior del país.

En la Torre Capriles, sede actual de las oficinas del Seniat, hubo otra sucursal de Las Novedades, y siguiendo hacia la avenida Las Acacias, en La Gran Avenida, en un centro comercial de un solo piso construido en 1954 en el cual se instalaron lujosas tiendas, abrieron sus puertas la Única y Médica París, la primera de muy variado inventario, la segunda, que además de libros y artículos médicos para estudiantes y profesionales, ofrecía obras de ideologías y movimientos políticos contemporáneos. Este centro, fue demolido para dar paso a dos estaciones del metro. La Única cerró sus puertas y la Médica París se trasladó a un edificio contiguo, en el cual funcionaron Élite, otra de las mejores de fines del pasado siglo, y Salvat que representaba la famosa editorial con un surtido de primera línea.

Ya en la calle Real de Sabana Grande, de la calle Pascual Navarro hacia el norte, funcionó antes de mudarse al Centro Comercial Chacaíto por varios años, La France, especializada en libros en francés y revistas de turismo en ese idioma; y tomando la Solano hacia el Este, en el pasaje Concordia, estaba El Libro italiano propiedad de Carlo Santini y dedicada a libros y revistas italianas.

Volviendo a la Calle Real, vía Chacaíto frente al Gran Café, estuvo Suma, una de las de más tradición de Caracas durante la segunda mitad del pasado siglo, primero gerenciada por el librero catalán Lino Moulines, exiliado de la guerra española, quien estuvo a su frente varios años hasta que fue vendida a otro gran librero de origen español, Raúl Bethencourt. Tanto con Moulines como con Raúl, fue de las mejores librerías de Caracas y era visitada por intelectuales, políticos y abogados de la zona quienes conversaban animadamente mientras escogían su compra. Durante veinte años tuve mi oficina muy cerca y la visitaba cada dos o tres días y muchos de los libros que forman mi biblioteca fueron adquiridos en ella. Raúl era un librero con muy buena formación, conocedor de las grandes editoriales y distribuidoras españolas. En varias ocasiones le solicité alguna obra que no se encontraba en el mercado y a las pocas semanas me la entregaba. En Suma, muchas veces se celebraron conversatorios muy interesantes y bautizos de libros. Lamentablemente ya no existe, pues Raúl falleció.

Luis Moulines al irse de Suma, se estableció en la calle que va de la Farmacia Asunción a la avenida Casanova con la Politécnica, de orientación técnica y con un  inventario para ingenieros y agrónomos, con la cual tuvo mucho éxito.

Antes de seguir hacia Chacaíto, en la calle El Colegio, en el Centro Comercial del Este, estuvo por muchos años Cruz del Sur, de los hermanos Roffe en donde se reunían a conversar sobre el país estudiantes y profesionales de izquierda. También fue lugar de reunión de intelectuales que formaron la llamada República del Este, grupo muy popular en el medio cultural de la izquierda de la época.

Siguiendo por la calle real encontramos la Nuevo Mundo, de la familia Loperena, donde se hallaba literatura variada de calidad; y siguiendo hacia el Este, bajando del Banco de Venezuela hacia la Casanova operó por mucho tiempo la Steele Book Store que vendía libros y revistas en inglés. Subiendo hacia la Solano, como antes dijimos, se instaló Rafael Ramón Castellanos con su Gran pulpería del libro, donde conseguías todo sobre historia, novelas de buena y mala calidad, colecciones de periódicos, revistas viejas y Gacetas Hípicas, una verdadera “pulpería” como bien dice su nombre. De la Solano hacia la Libertador, en El Bosque la Librería alemana, muy bien surtida de revistas en alemán.

Llegamos al Centro Comercial Chacaíto, inaugurado en 1966 donde se establecieron, por su excelente situación, unas cuantas librerías de gran calidad. Lectura, una de las mejores de nuestra Caracas, fundada a principios de los cincuenta por los esposos Gold, que antes de mudarse a este centro comercial funcionó en el edificio Arta. Esta fue luego vendida o regentada por otro gran librero, Walter Rodríguez. Permanentemente tuvo un variadísimo inventario de literatura y libros de arte y era punto de encuentro de grandes lectores y escritores que en ella efectuaban conversatorios sobre nuevas ediciones de interés con bastante frecuencia. También en ese Centro funcionaron La Francia, Alejandría, Macondo, La Mancha y otra sucursal de Las Novedades.

Ahora vamos hacia Las Mercedes, en el Centro Comercial del mismo nombre. En un mismo local han estado varias librerías; una cuyo nombre no me viene a la memoria, muy bien surtida de libros y revistas en inglés; una segunda donde vendían artículos de oficina y también la agenda Suxess, que era recargable todos los años y posteriormente Alejandría con vasta existencia de literatura, historia, política y revistas de calidad internacional.

Bajando un poco, en la calle Madrid, Libroria, de un joven y competente librero, Ignacio Alvarado, quien logró en poco tiempo tener en ella un stock completo y variado que se convirtió también en centro de reuniones de profesionales, intelectuales, escritores y poetas. Actualmente trabaja por internet.

En las Mercedes nos quedan los dos últimos centros comerciales en los que hay librerías: El Tolón y El Paseo Las Mercedes. En el primero de ellos, de los más modernos de la zona, están la Tecniciencia Libros y Nacho, que son más que todo cadenas con proyección en todo el país y ambas con surtidos muy completos y de gran variedad. En el segundo, podemos visitar El Buscón que gerencia Kathina Henríquez, reconocida por su variedad en libros nuevos y usados y por su gran actividad en conversatorios, bautizos y diversas actividades literarias. También funciona una de la sucursales de Alejandría.

Ya en la redoma de Chuao, encontramos al Centro Comercial Ciudad Tamanaco, el más grande de la capital, en la que están presentes las tres cadenas más importantes del país, Tecniciencia Libros, Nacho y Las Novedades, de las cuales ya hemos hablado.

Estamos de nuevo en Chacaíto y nos vamos hacia el este, vía Chacao. En el edificio Galipán, una joya arquitectónica demolida, existió la que para mí ha sido la mejor de la ciudad, la Librería del Este, que tenía de todo lo habido y por haber en literatura, política, tendencias filosóficas modernas y que recibía gran información y publicaciones de las Naciones Unidas.

Pasando el Cine Lido, el Kiosko del Este, que si bien era un kiosco, tenía un gran surtido de revistas, comics y periódicos extranjeros. En mi juventud, compré en él, muchos libros de vaqueros, del FBI, y sobre todo novelas de Emilio Salgari. Continuando por la Francisco de Miranda, nos topamos con la Nueva Chacao, diagonal al Centro Perú, bien instalada y surtida con mucha variedad, y en el edificio del Cine Castellana, en cuya planta baja y contigua al cine había una muy buena librería cuyo nombre no recuerdo pero que, además de buenos libros, vendía artículos y útiles escolares.

Seguimos hacia el Este, vía Los Palos Grandes, y en la intersección de la Miranda con la avenida del Ávila de Altamira, en el edificio Humboldt, estaba situada Lugar Común otra de las buenas de la ciudad que combinaba un muy buen surtido con encuentros, conversatorios y bautizos. Hace dos años (2018) cerró sus puertas.

En la primera avenida de Los Palos Grandes, con la primera transversal estuvo a finales del pasado siglo y a principios de este, la Read Books Bookstore and Cafe que funcionó en una quinta muy amplia, y estaba muy bien surtida de libros en español e inglés, pero a los pocos años cerró sus puertas cuando estaba llamada a ser de las mejores de la zona. Ya en los inicios del Centro Plaza, entrando por su parte norte, funcionaban Noctua, Templo Interno, una norteamericana de bestsellers en inglés y algunos en español; también la Centro Plaza con abundante y buen material literario y político de actualidad así como artículos de oficina y escolar, y la Rizzoli, una especie de émulo en pequeño de la de la quinta avenida de New York. La Noctua, de Andrés Boersner, quizás la mejor del sector por su amplitud, buen montaje y stock variado de primera calidad, muy visitada por intelectuales, profesionales y lectores, que casi a diario  iban en busca de buenos libros y se quedaban conversando en el agradable ambiente del  local. Un piso más arriba, la Templo interno, regentada por el profesor Alexis Romero que por sus conocimientos del ramo y buen surtido hacía de ella también un centro de agradables tertulias. Ya para salir de Los Palos Grandes, en la Segunda avenida haciendo esquina, encontramos una, con mucha variedad y un montaje sobrio, Entre libros, con muy buen cartel entre lectores exigentes.

De allí me voy a Los Chorros, al Centro Cultural Los Galpones, un oasis de belleza y tranquilidad en el cual funcionan estupendas galerías de arte y tiendas de muebles de buen gusto, donde está ubicada la Kalathos, de las más exquisitas de Caracas, en la cual se puede puede encontrar la mayor variedad de libros nuevos y usados de diversos temas, del ayer y el hoy, muy bien diseñada, que anima a departir y que también tiene una sección de discos para todos los gustos y una buena cafetería. En ella se dictan conferencias y se efectúan frecuentemente conversatorios y bautizos de libros. Es de veinte puntos.

Se me quedaban fuera del paseo unas cuantas librerías, como la Técnica Vega, en la plaza de Las Tres Gracias en Los Chaguaramos, Los laureles frente a la Plaza Madariaga en El Paraíso, las que funcionan en los pasillos de la UCV y bajo los puentes de la Urdaneta y la Fuerzas Armadas. También una que hace poco cerró sus puertas, en el Centro Comercial Vizcaya, que era de óptima calidad.

Debo aclarar que no he mencionado a muchas que funcionan en los diversos centros comerciales de la ciudad, que de ellas hay muy buenas, así como a otras tantas que se dedican a los textos y útiles escolares. Llega a su fin este paseo que pienso será del agrado de aquellos que, como yo, han sido asiduos a las librerías, gusto muy caraqueño y a la vez una placentera actividad.

 

 



Carlos Irazabal Arreaza

Imagen de portada: Fotografía de Georgina Svieykowsky
Imágenes de ilustración:
Imágenes documentales y fotografías de autores desconocidos
Retrato de Katyna Henríquez por Guillermo A. Suárez P.
Retrato de Andrés Boesner por Giuseppe di Loreto
Retrato de Rafael Ramón Castellanos y fotografías de la Gran Pulpería del libro: Georgina Svieykowsky
Fotografías de los kioskos de la Av. Fuerzas Armadas:  Mairet Chourio y Rafael Briceño

 

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12 comentarios en «Un paseo por las librerías de mi Caracas»

  1. Entrañable este texto-paseo por las librerías de Caracas, esos lugares tan visitados en la adolescencia y en la vida adulta. Disfruté sobre todo el recorrido de la zona de Sabana Grande, por ser tan cercana a mis afectos. Me encantó la mención de dos librerías en particular: la Steele Book Store, cuyo nombre no recordaba, pero la veía regularmente por estar a pocos metros de mi primer hogar, en Bello Monte, y El Libro Italiano. Un detalle que no se menciona en el texto es su primera sede, o la primera sede que yo conociera, en todo caso: en la esquina de la Calle Real de Sabana Grande con Negrín, justo donde ahora hay un desangelado McDonald’s. Allí me compraron algunos de mis primeros libros empastados, obviamente en italiano, de los cuales conservo algunos: varios de Salgari, uno de cuentos de la India, uno llamado “Orlando, paladino di Francia”, y un relato de los últimos veleros comerciales entre Europa y América. Gracias por este texto, y perdone mi entusiasmo al explayarme en el comentario.

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  2. Excelente esta crónica que nos retrotrae a mejores tiempos de nuestra ciudad. Admiro la capacidad para recordar nombres e investigar el tema. Espero que Carlos nos siga recordando otros temas.

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  3. Hemos sido asiduos visitantes y clientes de esas librerias, pero mucho me temo que están sufriendo mucho por la crisis económica y por ese gigante que todo lo ocupa que es internet. Yo reivindico el placer casi erótico de leer un libro de papel y tinta

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  4. Gracias por permitirnos acompañarlo en este grato paseo por el cual hemos transitado durante nuestra adolescencia, juventud y edad adulta. En particular nos gustó volver a ver la librería Lectura de los esposos Gold, Sthephan y Alina, y de su hermana, Bronia Balassi, que muchas veces visitamos.

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  5. Valioso testimonio este viaje de un lector. Suma a lo que está por escribirse: una Historia de nuestras librerías.

    Para agradecer arrimo unas precisiones, pues es tema que me constituye.

    Pensamiento Vivo la compro un abogado del MEP de apellido Añez. Bajo el nombre de Centro continuo la herencia de librería universitaria, peña y refugio de la literatura y la política. En “Spleen de Caracas”, de Monte Ávila Editores, Héctor Seijas recrea los años en que trabajó allí, donde también me inicie.

    Seijas es coautor, junto a Violeta Roffé, de un libro esencial para entender el valor de estos espacios en el tejido cultural de un país: “Cruz del Sur. Una librería, una revista, una causa”, edición de Monte Ávila del 2002. La librería fue luego de Cristina Guzman, quiero mantuvo la idea de usos múltiples, con exposiciones, tertulias y presentaciones.

    El paciente trabajo de archivo de Rafael Ramón Castellanos nos lego una obra inconclusa. Con el ambicioso título de “Historia de las librerías de Venezuela (1607-1900)” el CENAL publicó el 2017 los dos tomos de un proyecto que aspiraba llegar hasta hoy y al que había dedicado sus últimos años en la escritura. Lamentablemente, llegó primero la muerte.

    En el 2014 Alfredo Schael escribió una entrada, en el blog del Museo del Transporte, dedicada a los libreros y librerías. Lleva a la fecha de hoy 14 contribuciones de sus lectores, incluidas las que añadió sobre El Gusano de Luz escrita por Alexis Márquez, uno de los contertulios. Les invito a leerla.

    https://museodeltransportecaracas.blogspot.com/2014/10/librerias-y-libreros-de-caracas.html

    Toda lista esta siempre incompleta y quién puede hacer juicio de la de los afectos.

    Librerías tan diversas como fundamentales están ausentes. Nombro dos apenas, Divulgación, desaparecida con su fundador y una que sigue viva y esencial, la librería Estudios en Chacao. Hasta antes de la pandemia era la única que seguía trayendo libros de España bajo solicitud.

    Es muy dúctil la memoria, nadie sabe que cifra el recuerdo o el olvido.

    De ahí lo luminoso en la traición a Sócrates que funda la cultura Occidental. Su discípulo deja impresa en el Fedro las advertencias del maestro contra la escritura.

    Por ejemplo, el libro de Jorge Carrión “Librerías” que es un ensayo atípico, no sólo por su tema y extensión o por ameno y riguroso. En sus 14 páginas de bibliografía (tercera edición, diciembre 2013) no pude hallar, en las 5 lenguas que recoge, otro semejante.

    Contaba Héctor Yanover, en sus maravillosas “Memorias de un Librero”, que conociendo el destino de la mayoría de los libros pocos colegas se atreven a escribirlos.

    El periodista Sebastián de la Nuez, muy en su desenfadado estilo, sigue publicando en “Hablé conmigo” datos que recogió sobre el tema cuando lo invite al proyecto del libro en el cual, hasta el 2016, creí que trabajábamos juntos. Ojalá termine editado.

    Y para finalizar este ya largo comentario, les invito, si gustan, a leer un breve homenaje que publique en febrero del año pasado a otros maestros que aquí no se han mencionado:

    https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10205175093654847&id=1770421286

    De nuevo, gracias a Carlos Irazabal Arreaza por fijar su memoria y la nuestra.

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  6. La libreria Unica no desaparecio con la demolicion de La Gran Avenida, se mudo a la Torre Capriles donde ocupo un local grande pero bastante escondido.

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  7. Recuerdo una pequeña librería, que también vendía útiles escolares, que quedaba justo frente a la entrada del Cine Lido. A la izquierda la entrada del Cine y a la derecha esta pequeña entrada que tenía un frente pequeño, pero se era profunda dentro. La importancia de esta librería es que era de Joan Pujol el gran espía que se engañó a Hitler y se hacía llamar Ariel o Garbo ( doble espía ). Muy educado y amable, de origen español.

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  8. No hay mayor placer que perderse una tarde completa en una buena librería. Muchísimas gracias por este recuento, enriquecido por los aportes de otros lectores en sus comentarios. Recuerdo apenas unas cuantas de las buenas librerías acá mencionadas, como el Kiosko del Este, de donde conseguí excelentes libros de infancia, la Librería Lectura, con libreros que parecían el Can Cerbero, supongo que amoscados por un menor jurungando libros. En el centro comercial del mismo nombre estaba la Librería Las Mercedes (esa era una de las que no recordaba su nombre). En el Centro Comercial Chacaíto existió dentro de Le Drugstore una librería de donde conseguí unos excelentes tomos. Quizá sería que en esa época se podían comprar buenos libros en todas las librerías. Ahora, salvo escasas y honrosas excepciones, casi todas han tenido que mutar en papelerías y vender libros de autoayuda.

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  9. Gracias por esos recuerdos tan importantes, reales y gratos. Hubo una librería, sobretodo de revistas norteamericanas al lado o dentro del vestíbulo en el cine Lido? Recuerdo a Javier, excelente librero de la Distribuidora Estudios en Cerpe, parte del San Ignacio. Visité en dos oportunidades una librería frente al Ministerio de Educación administrada por monjas, creo Carmelitas, que conocían bastante acerca la materia, importaban libros y conocían los clientes. Trajeron libros de pensadores cristianos de avanzada, incluso Hans Kung. Julio González fundó y administró la librería Nuevo Orden, frente la UCAB en Mijares. Había una librería italiana bastante bien dotada en un pasaje de Sabana Grande (era El libro Italiano?). La Rizzoli en el Centro Plaza era excelente. Capítulo aparte es el Interior, solo en Barquisimeto y Mérida había una librería bien dotada. tema lamentable y tabú que nadie aborda: la realidad cultural en el Interior. Mérida es una excepción, tiene investigadores, jornadas científicas y nada de envidiar a la Escuela de Letras de la UCV. Ambas en una agonía presupuestaria con fuga de profesores y estudiantes…

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  10. La mención a los libreros en el pasillo de ingeniería es excelente. Además había dos espacios donde vendían CD fusilados de películas polacas, francesas, húngaras, yugoslavas etc., imposibles de conseguir en Caracas. Eran los únicos que abrían los tres primeros días de Semana Santa y hasta el 23 de diciembre. Era una felicidad. Hoy cerradosd, como el país.

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