A Javier…
Desolado y ciego de celos, degollé nuestra rucia mora y te envié su enorme cabeza sangrante envuelta en caja de regalo.
Vengado de ti, creí triunfar.
Cada noche, nuestra amada yegua perturba mis sueños: envuelta en un cálido aire de rosas, se acerca vivaz, retoza en mi regazo su largo cuello y sus onduladas crines grises caen libres sobre mis muslos desnudos; parpadea y respira calma y sosiego… de sus tiernos ojos café brotan sendas lágrimas.
De repente, y con inusitada violencia, de su pecho emerge un enorme corazón latiente, se transforma en boca, me engulle voraz y, súbitamente, despierto bañado en un sudor trémulo y helado.
¡Ya no puedo más! Esta delirante condena de tu corazón-boca latiente me persigue y me devora cada noche.
Sueño el sueño de cabalgar contigo en prados infinitos, sentir tus latidos junto a los míos y en eterna angustia contener tan siquiera una furtiva lágrima de tus ojos café.
Ya no sé quién soy. Ya no sé si vivo o muero.
Imagen de portada: fotografía de Zacarías Santorini.
La tierra de los Celos
Siempre y para siempre pantanosa y cegadora…
Qué dolor ancestral traen
tan insondable que » ya no se si vivo o si muero »
Bellas , dolorosamente bellas y trágicas lineas..