Maldición gitana

A Javier…

Desolado y ciego de celos, degollé nuestra rucia mora y te envié su enorme cabeza sangrante envuelta en caja de regalo.
Vengado de ti, creí triunfar.
Cada noche, nuestra amada yegua perturba mis sueños: envuelta en un cálido aire de rosas, se acerca vivaz, retoza en mi regazo su largo cuello y sus onduladas crines grises caen libres sobre mis muslos desnudos; parpadea y respira calma y sosiego… de sus tiernos ojos café brotan sendas lágrimas.
De repente, y con inusitada violencia, de su pecho emerge un enorme corazón latiente, se transforma en boca, me engulle voraz y, súbitamente, despierto bañado en un sudor trémulo y helado.
¡Ya no puedo más! Esta delirante condena de tu corazón-boca latiente me persigue y me devora cada noche.
Sueño el sueño de cabalgar contigo en prados infinitos, sentir tus latidos junto a los míos y en eterna angustia contener tan siquiera una furtiva lágrima de tus ojos café.
Ya no sé quién soy. Ya no sé si vivo o muero.


Dora Dávila Mendoza

Imagen de portada: fotografía de Zacarías Santorini.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario en «Maldición gitana»

  1. La tierra de los Celos
    Siempre y para siempre pantanosa y cegadora…
    Qué dolor ancestral traen
    tan insondable que » ya no se si vivo o si muero »
    Bellas , dolorosamente bellas y trágicas lineas..

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