Selección poética

LA CASA GILARDI

Veos aquí, con tu techado al aire,
brillante por el bruñido metal
que solo el tiempo hace salir
en pleno verano.
De aspecto estrafalario;
algo decaído pero lleno de color,
¡de calor!; capaz de dar y recibir
vida de la manera más hermosa.

Tus ventanas marrones dejan ver
sin celosías tu resplandor interno,
la calidez abrasadora
de una pasión infinita a ser develada.
Mas, ¿quién fuera el valiente al que
abres tus puertas?, pues
solo los dignos disfrutan de tu pasillo dorado;
dorado que resalta el fucsia de tu fachada.

Fucsia sugestivo, sensual, a veces invisible
pero latente en todo momento; siempre bello.
¿Quién fuera digno de recostarse de tu firme
columna roja?, abrazarle y sentir su humedad.
Gozar de tu estanque sagrado sería un deleite,
cual efebo que refresca su cuerpo sediento de cariño;
escuchando el gemir líquido, perpetuo y armónico
que resulta de la unión de lo firme y lo blando.
Mas aun así, ¿qué pecador no pide con fervor
tocar el cielo azul de tu alcoba de arcángel,
sentarse en tus intimas terrazas pobladas de flores
y esperar allí, con júbilo glorioso la llegada del día?
En tu autenticidad y honestidad está tu gracia,
cual guacamaya que vuela libre por el firmamento
mientras ríe y brinda felicidad a quien la ve extasiado;
con una paz inalterable en tu interior resguardado.

Interior que abriga tiernamente como los fuertes brazos
del amante que protege a su amado del miedo,
dejando en secreto los placeres de los días para ser
descubiertos y disfrutados solo por el que sea digno de vivirte.



CÓMEME
Cómeme lentamente
con paciencia y sin apuros,
toca el sobre suavemente
y quitadlo… ¡bien seguro!

Cómeme tiernamente
con tus labios sonrosados,
tersos como el terciopelo,
dulce jugo de granados.

Cómeme con la vista
como solo lo haces tú,
pues del resto canta ABBA,
“la question c’est voulez vous”



PEREGRINO DE LA EUROPA DE TU CUERPO

La nevada Albión ciñe tus sienes,
deidad magnánima de la locura;
Sienes druidas que guardan secretamente
la genialidad de los maestros góticos franceses,
y la excentricidad de una corte barroca,
maravilloso, sensual, astuto y monumental.

Grandeza en palabras inéditas
que brotan del par de ciénagas noruegas,
reflejando sinceramente el brillo de la luna llena
al tocar el guarapo de sus profundidades.

Frescor perfumado sale de tu boca,
cultivo de rosas de las praderas de Grasse,
que embriaga como la tintura del vino bien servido;
delicado nido de cisnes, y del cantar de ruiseñores
que vuelan de ella al desmontar tu primavera.

Mi brújula señala tu sur, lleno de placeres;
bajo por tus invernales y aterciopelados Alpes,
que me abren el olfato al almizcle de tus mercados venecianos,
segregado por tus cuencas arboladas sin pudor alguno,
escarchando de brillo todos los territorios
a explorar en adelante.
Me poso en tus cimas duales,
y caigo en tierra en jubilo glorioso,
escuchando atento el latir del mundo interior,
sintiendo y palpando con mis dedos
la cuenca trasera de tu italianismo.

Sigo bajando por más terciopelo,
refrescado con sutil rocío nocturno,
acariciando suavemente tus aldeas y besando
religiosamente la puerta de tu omphalostes:
el ombligo sagrado de este cosmos irreal
que transforma mi existir al recorrerlo,
manteniendo la posición de amante
hasta llegar al centro de tu Nápoles,
lamiendo el salino recorrido,
y besando tu bello golfo.

Tierra ardiente de valles floreados,
con olores de puerto y civeta, con sabor
entremezclado de sal, miel y acre
que incita al disfrute de tus ferias pastoriles,
en las sombras de Pompeya y Herculano
mientras las vibraciones del Vesubio
comunican tu erupción.

Pasión de poetas, canto de castrati y deseo bacante
que se suman al deleite de la alocada vigilia.
Al fin llego a tierra sagrada,
inmersa entre colinas vibrantes de emoción;
una necrópolis llena de santos a la que se debe entrar
con arte, paciencia y amor, cruzando lentamente
la cúpula inversa de esta magna catedral.

Te sumes en éxtasis dogmático vez tras vez,
aleluya tras aleluya se escuchan entrecortados
al bajar tus alas del cielo, mientras el universo saluda;
caigo por tercera vez y beso la sacra reliquia,
pues a ella debo mi admisión al paraíso.



CHOCOLATE

Dulces mieles de tu grana
brillante y de suave dureza,
hijas del fuego y la humedad
cual impúdica pasión que
se despierta de improviso.

Granas de un trópico ardiente
de vara nutrida al natural,
preciosa y rodeada de bellos
mogotes podados con esmero.

Fuertes manos baten con destreza
hasta fusionar en ti el lácteo zumo;
con algarabía francesa te endurecen
y te degusta entero con placer.
Delicias que se disuelven fugazmente
en la boca de los amantes
con un beso profundo y prolongado;
mutuas puñaladas dadas con pasión
en la manzana que Adán se tragó
golosamente y con gozo diabólico,
con cariño y en silenciosa comunión,
congelando el tiempo sobre una mesa.
Besos sabor a dulce chocolate
que el tierno Eros nunca probó
en sus numerosos combates;
Besos que encienden el alma
como una gran pira romana.
Besos producto del hurto descarado,
saqueados cruelmente a la fortaleza
del antiguo mundo azteca,
que llora su cambio, indignado,
por el frágil encaje de la corte,
que sin vergüenza y con culpa
le conquista y es conquistado.

Dulce y fina ambrosia servida
en la bella taza de tu boca sonriente,
esperando cual botón de una rosa
a ser abierta y degustada por el pico
glotón de un colibrí sonrosado de pasión.



FROTTAGE

Suavidad al tacto lúbrico,
cual papel japonés que invita
al artista a profanar su superficie,
su textura e integridad.

¡Dilema!

¿Qué hacer con tu extraña belleza?
¿Cómo protegerte de la goteante pintura
y la fluidez de la tinta que entrará en ti,
mancillándote para siempre, y hacerte arte?

Duro grafito de brillante punta redondeada
que da calor al tacto del desesperado
mientras recorres el terso papel;
mientras te miran con ansias;
mientras que con tierna firmeza
te sujetan y mueven rítmicamente
cual vals apasionado que estremece
los sentidos de las anhelantes superficies.

Papel juguetón que espera a ser frotado
sobre la bella colcha a ser marcada,
sintiendo las caricias del vivo cilindro
que le da forma al trabajo progresivamente.

Frenesí.
Rosetones superficiales.
Gemidos de placer.
Manos desaforadas que recorren y palpan.
Mirada de satisfacción y descanso.
Frottage… arte lúbrico del tacto,
hecho carne …
hecho amor.


Eduardo Zambrano Camacho

Imagen de portada: Imagen digital de Richard Aranguren
Imágenes de ilustración: Collages digitales de Richard Aranguren

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